"Jethro Tull y el faro de Aqualung", un libro de Vicente ÁlvarezUn tal Jethro...
Dentro del más que caótico ritmo de lecturas que llevo, me encuentro con
que no sé si he acabado uno de los libros en los que ando metido. ¿No
lo sé? No, no lo sé. Y tampoco me hace falta saberlo, pues de todos es
bien conocido que hay libros que no se leen únicamente de principio a
fin, algo que ya dejó claro "Rayuela", y que a mí me pasa con
determinados libros, sobre todo con los libros biográficos de grupos
musicales.
Hay determinados libros biográficos que por su estructura se pueden leer y
leer sin acabarlos nunca, quizá por su carácter enciclopédico, recorren
años, álbumes, actuaciones y formaciones, pudiendo volver a releer sobre
todo si a la vez a uno le da por escuchar el disco o los discos que en
concreto te apetezcan en ese momento. Si el libro en cuestión es malo,
pues con ir a lo que te interesa tienes bastante; si el libro es bueno
puedes disfrutar y recrearte en aquello que hayas pasado por alto o que
no sepas; y si el libro es excelente (como el que nos ocupa) entonces te
puede pasar que no lo acabes nunca, que lo leas del derecho y del
revés, boca arriba y boca abajo, a ratos y a deshoras y, sobre todo, que
te haga amar más al grupo del que habla. Obviando el siempre pertinaz e
ineludible "pero" (siempre hay uno), "Jethro Tull y el faro de
Aqualung" es un libro excelente. El "pero" es el de siempre... que uno
quiere más, quiere saber más, pues incluso aunque te transcribieran las
conversaciones grabadas en el local de ensayo, tú querrías más...Da
igual que caiga en tus manos la mejor biografía de Glenn Gould, de
Modigliani o de Bernarda de Utrera, tú, como melómano impenitente,
siempre querrás saber más... Incluso a "El martillo de los dioses" crees
que no le vendrían mal un par de decenas más de páginas, pero es que
aunque un día llamase Jimmy Page a tu puerta y se sentase contigo en la
terraza, copa de balón en mano, y se pasase la tarde contándote
batallas, a la hora de irse, querrías más... El problema es que tú no
eres Page, ni podrás serlo... Tampoco es que lo quieras ser, no es eso,
el problema es que has acabado convertido en una peligrosa mezcla entre
una portera de bloque insaciablemente cotilla y un filósofo atormentado
por entender y comprender qué puede ser eso del genio y el hecho
artístico, y, claro, así pasa, que por mucho que disfrutes, siempre te
quedarás con sed.
Consejo que siempre sigo, este año, el libro... Luego también está el efecto rebote, pues llega un día en el que te das
cuenta que realmente tampoco necesitas mil libros sobre Dylan, y que te
importa una mierda que la nueva reedición remastrizada con sonido dolby
su puta madre con libreto de 30 páginas y tomas inéditas, tomas
alternativas y maquetas a medio cocinar del disco "fulano´s fingers"
nunca sonará como tu viejo vinilo cochambroso cuando lo pones a volumen
once... ¿Qué cojones quiero decir con todo esto? No tengo ni puta idea,
pero supongo que llevar desde navidad navegando en un mar de flautas
gracias al libro "Jethro Tull y el faro de Aqualung", de Vicente
Álvarez, tiene mucho que ver. Seguramente me cuesta empezar a escribir
sobre Jethro Tull de manera coherente, sobre todo después de haberlo
intentado dos veces antes.
Esta tarde, bajo la pila de libros que cubren mi mesa, he vuelto a
reparar en él y lo he cogido, abriéndolo al azar y disfrutando leyendo,
releyendo y pinchando a la vez los discos correspondientes de Jethro
Tull. Me gusta mucho el libro de Vicente Álvarez, primero porque está
escrito con pasión, que es lo mínimo que le pido a un libro biográfico,
segundo porque está muy bien escrito, tercero porque me gusta la mezcla
de respeto, profundidad y familiaridad que desprende, y cuarto porque
está lleno de aciertos a la hora de acercarse a una obra tan poliédrica,
lírica y musicalmente, como la del grupo del genio Ian Anderson,
haciendo que tus ganas de escuchar la música de los Jethro se renueven
completamente, y creo que eso es lo mejor que le puede pasar a un libro
sobre un grupo, que sin que puedas dejar de leer, desees pinchar todos y
cada uno de los discos de esa banda que resulta que llevas escuchando
casi toda tu vida. Y luego están las lagunas, claro; porque cuando uno
tiene alma de diletante, va alcanzando una edad y tiene una historia, es
normal que no hayas seguido con la misma intensidad ni el mismo
entusiasmo a ese grupo, y leyendo el libro de Vicente Álvarez,
descubres, por ejemplo, que los discos en solitario del señor Anderson
tienen su aquel (su mucho aquel), y también descubres cosas de las
canciones que tanto te gustan y tantas veces has escuchado, porque ese
es uno de sus grandes aciertos, que Álvarez se centra siempre que puede
en la parte lírica del viejo Aqualung, resaltando versos y desvelando
sentidos.
Únicos e irrepetibles...Otro de esos aciertos ha sido que ha dividido toda la historia de Jethro
Tull en grupos de tres discos, estando cada capítulo dedicado a cada
trilogía con entidad propia dentro de toda la evolución histórica de una
banda tan longeva y especial. Porque Jethro Tull siempre ha sido un
grupo especial, mostrándose con una personalidad propia y arrolladora ya
desde su orígenes, que durante casi toda la década de los setenta rozó
la perfección compositiva e interpretativa, que durante los ochenta,
aunque Anderson perdiera cierta chispa compositiva, siguió siendo un
intérprete mayúsculo que supo reinventarse a tiempo, que durante los
noventa se asentó en el grupo de los notables con discos que si bien no
eran para perder la cabeza, sí eran disfrutables y contenían siempre
alguna joya sobresaliente, y que ya en el nuevo siglo han cultivado con
acierto el sutil arte de la reinterpretación del arte propio y la
búsqueda de nuevos caminos musicales. Ser fan de Ian Anderson es, hoy
por hoy, un deleite. Es una pena que por edad y por problemas de
ubicación geográfico espaciales, me fuese imposible verles en directo en
su época gloriosa (del 69 al 79, y eso está fuera de toda discusión),
pero es tal la cantidad de grabaciones audiovisuales que hay disponibles
en este momento sobre cualquiera de la facetas y reencarnaciones de Ian
Anderson y su grupo, que el disfrute es continuo. Vídeos de actuaciones
míticas, reediciones cuidadas, fotografías, bootlegs, blogs,
entrevistas, clubs de fans (algún día me haré tulliano de carnet, lo
juro)... Y además, el libro de Vicente Álvarez, que es una maravilla
(también hay que aplaudir a la editorial, pues los libros de la
editorial Quarentena han dado un salto cualitativo enorme en cuanto a
diseño, presentación y acabado, que en su día me leí el de Black Sabbath
y tela...), con el aliciente de poder "complementar" su lectura con
todo ese material disponible a golpe de ratón. Podría desmenuzar (o al
menos intentarlo) el libro (geniales los capítulos dedicados a "Thick as
a brick" y a "A passion play", por no hablar de la disolución de la
formación mágica en 1980 (quién pudiera hablar largo y tendido con John
Evan) y de la deriva en los ochenta...), pero buscando información para
escribir esto, he topado con sitios donde lo hacen mejor (
http://www.aqualung-mygod.blogspot.com.es/2013....os.html ), y yo encuentro que tengo poco más que decir salvo los cuatro parabienes
que he soltado entre tanto caos. Además, corro el riesgo de acabar
haciendo una apología de Ian Anderson en toda regla, como intérprete
único y como compositor más único aún, y no son horas... De Vicente
Álvarez, remitir a
su página web. El libro de Aqualung es lo único que de momento he leído de él, aunque
como exlibrero sí que reconozco que por mis manos han pasado libros
suyos y que ahora lamento no haber abierto.Si eres fan de Jethro Tull y
no tienes este libro, ya estás tardando, y si no lo eres y crees que
deberías darle una oportunidad, este libro es la mejor guía...
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